Nuestra cabaña del Turmo
20 de abril del noventa, hola chata cómo estás...Así comienza la letra de la posiblemente una de las 10 canciones míticas del pop español que por méritos propios forma parte de la banda sonora en la vida de millones de españoles.
Hoy, 20 de abril de 2015, la carta musicada que cantaba Celtas Cortos en la voz de Jesús Cifuentes, cumple un cuarto de siglo. Incluida en el trabajo Cuéntame un cuento, disco que arrasó en ventas allá por el año 1991, fue escrita por Cifuentes quien curraba en aquella época como trabajador social en un instituto del pequeño pueblo abulense de El Tiemblo. "En ese año que pasé extraditado me beneficié de ciertos entornos melancólicos y de ahí salió la canción"
Un tema por el que el tiempo no pasa, como nunca caduca esa melancolía que nos devora en la añoranza por un amor del pasado. Porque mientras sigamos recordando nuestra particular "cabaña del Turmo" seguiremos tan vivos como en aquellas noches de ingenuidad, de juventud, de birras y de amistades incondicionales. En aquellas noches en las que planificábamos la manera en la que nos íbamos a comer el mundo. Aunque para nuestra desgracia y soledad ya no quede casi nadie de los de antes y los que quedan, han cambiado.
Hoy, 20 de abril de 2015, la carta musicada que cantaba Celtas Cortos en la voz de Jesús Cifuentes, cumple un cuarto de siglo. Incluida en el trabajo Cuéntame un cuento, disco que arrasó en ventas allá por el año 1991, fue escrita por Cifuentes quien curraba en aquella época como trabajador social en un instituto del pequeño pueblo abulense de El Tiemblo. "En ese año que pasé extraditado me beneficié de ciertos entornos melancólicos y de ahí salió la canción"
Un tema por el que el tiempo no pasa, como nunca caduca esa melancolía que nos devora en la añoranza por un amor del pasado. Porque mientras sigamos recordando nuestra particular "cabaña del Turmo" seguiremos tan vivos como en aquellas noches de ingenuidad, de juventud, de birras y de amistades incondicionales. En aquellas noches en las que planificábamos la manera en la que nos íbamos a comer el mundo. Aunque para nuestra desgracia y soledad ya no quede casi nadie de los de antes y los que quedan, han cambiado.
