"En mi pueblo, sin pretensión, tengo mala reputación"

Siempre he sido una persona más de melodía que de letra. Soy capaz de tararear hasta la sintonía  de una serie de televisión lejana, pero al mismo tiempo no puedo recitar de memoria la letra de un tema musical más allá de una línea con sujeto, verbo y predicado. Hace unos años perdí una apuesta con un viejo tema de La Unión, al emperrarme que la letra decía  algo así como que "si algún día he de morir que sea donde nací, en Barakaldo", cuando lo que cantaba en verdad Rafa Sánchez era Maracaibo. Un neurólogo podría explicar bien mi problema, pero no me extiendo para no aburriros.

Os cuento toda esta parrafada al hilo que una de los poquísimas canciones que me he aprendido entera en mi vida, con el esfuerzo que en mi persona significa como bien podéis imaginar, ha sido La mauvaise réputation, del cantautor francés George Brassens. Decidí aprenderla aquel día en que escuché la versión interpretada por Paco Ibáñez que a su vez me llevó a otra excelente versión con aceleración rockanrolera de Loquillo.

Por eso me ha llamado la atención saber que a un pensionista extremeño lo han multado con 331 euros por cantar en la calle precisamente la mítica canción protesta. Manolo Pineda, así se llama el jubileta, participa habitualmente en concentraciones de Campamento Dignidad y fue el pasado mes de julio en Mérida, en una protesta contra el bloqueo del pago de la renta mínima -bloqueado por el ejecutivo que preside el viajero enamorado de Monago- que le endosaron la multa impuesta por la Delegación del Gobierno y ejecutada esta semana por la Agencia Tributaria.

Este mes tendrá que reservar parte de su pensión para pagar tan absurda multa. La misma pensión con la que mantiene también su casa y familia pagando además la hipoteca de su hijo que se quedó en el paro.

Pineda cantando megáfono en mano en un Campamento Dignidad

En estos tiempos mordaza que corren, en los que se intuyen grandes cambios en este nuestro sistema podrido, es recomendable escuchar La mala reputación que, aunque escrita hace 62 años, no pierde un ápice de su contemporaneidad.

En honor de ese jubilado que canta las verdades del barquero, inserto este tema de un concierto al que tuve la suerte en poder asistir y que me llevó a aprenderme de memoria la letra del himno que Brassens parió como actitud ante la vida.

Paco Ibáñez. La mala reputación. Palau de la Música, Barcelona, 2002

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