El Mundial de Catar cuesta la vida a 400 obreros

¿Imaginan ustedes que en España falleciesen 400 obreros en la construcción de unos recintos deportivos para un evento concreto? Pues eso es lo que está sucediendo en Catar, según datos recopilados por el diario The Guardian, Enlace noticia según el cual casi medio centenar de emigrantes nepalíes habrían muerto en la construcción de los estadios que albergarán la Copa del Mundo de fútbol del año 2022.

Condiciones laborales propias del medievo en el que el vasallo es un pobre emigrante sin derechos atado al empleador señor feudal por un sistema laboral llamado kafala. Un sistema constructivo carente de técnicos en prevención de riesgos laborales porque aquí a obrero muerto obrero puesto, en un mercadeo de carne humana sin escrúpulos.

¿Y todo para qué? Pues para que los gerifaltes corruptos de la FIFA asienten sus culos acostumbrados a la noble piel de la clase business, en esos maravillosos palcos con aire acondicionado que dispondrán los estadios cataríes. Los mismos que se dejaron untar por los billetes de la numerosa familia Al Zani, la misma que gobierna desde el siglo XIX manu militari orando a La Meca esta minúscula península, país con la tercera reserva mundial de gas que le concede el honor de poseer la renta per cápita más alta de la Tierra.

Son esos mismos que miran ahora para otro lado ante la carne humana destrozada entre hormigón y encofrados, los mismos que concedieron el Mundial, tras cuatro votaciones, a un país inexistente en el deporte. Y como el Mundial se celebra en verano, con temperaturas cercanas a los 50 grados en la península Arábiga,  plantearon crear estadios cubiertos con aire acondicionado en un derroche de energía y contaminación poco sostenible, o cambiaron de tercio hace poco al proponer celebrar el Mundial en invierno y evitar problemas, para la organización evidentemente, porque para las decenas de federaciones de fútbol este cambio las joderá vivas al cortar por la mitad sus campeonatos.

Caballero Don Dinero, no importa de dónde venga mientras sea generoso y huela fresco. La hipocresía del capitalismo y sus derivados se manifiesta con los petrodólares de las dictaduras islámicas de Oriente Medio. Da igual si vienen de una monarquía absoluta sin derechos humanos, serán bien recibidos. Como los recibe el Barça, el último club de fútbol que presumió en no manchar su camiseta con publicidad, pasó a lucir el de una Fundación dictatorial o estudia bautizar el futuro Camp-Nou como el Estadí Qatar Airways. Como los recibieron Blatter y sus mariachis. Por cada féretro de obrero muerto que se embarca para el aeropuerto de Katamandú cae un fajo de billetes en el bolsillo de un venerable elector de la FIFA. Así de triste.


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