¿Toda dependienta debe estar buena?

Aparecen las primeras oscuridades en una fría y ventosa tarde en Barcelona. Tras leer el artículo de hoy en El Confidencial "¿Por qué las dependientas tienen que estar buenas?" Enlace artículo El Confidencial decido aprovechar mi regreso a casa en un provechoso trabajo de campo. Bajo por Paseo de Gracia, a esa hora adornado por una fauna de profesionales liberales saliendo del despacho con cara de poco amigos y guiris revoltosas cargando bolsas de shopping hasta en el cielo la boca. Me fijo en las tiendas de moda y no precisamente en su ropa. Presto atención a las dependientas, concretamente valoro visualmente y en la rapidez de un caminar lento, si éstas son atractivas. Y la estadística improvisada es abrumadora, tal y como concluía el artículo.

Es difícil no encontrar durante el paseo a una dependienta de grandes marcas que no aporte un "equilibrio estético", termino que escuché una vez en boca de un pedante diseñador amanerado. En esto que una fémina del Imperio Putin me mete sin querer un bolsazo a la altura de la calle Diputació. Es en ese momento que me viene a la memoria aquella coletilla utilizada por el humorista Eugenio en su chiste de la Estepa, "muchos rusos en Rusia" nos decía  Enlace con su cigarrillo perenne en la mano izquierda y su pelotazo en la derecha. Si aún viviese la cambiaría de buen seguro por un "muchos rusos en...Barcelona". 

Sigo caminando y llego a la Plaza de Catalunya para continuar por Portal de l´Àngel, confirmo que las dependientas siguen estando muy ricas, excepto una en el Zara que más que buena está anoréxica. Bien, de este tipo también he visto unas cuantas en este rastreo pero esto sería para otro post.

Media hora más tarde llego al fin del trayecto, a las taquillas del Auditori, arribo con ánimos templados de tanta caminata observando dependientas talla 36 casi 38 y a rusas compradoras compulsivas. Ahora busco a otros rusos, casi tan deseados como estas rubias eslavas subidas en taconazos que antes vi en el Paseo de Gracia, me refiero a los de la Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinski. El martes dan un concierto en el Auditori con un menú delicatessen: de primero el concierto para piano y orquesta de Mozart y de segundo la sublime 5ª de Mahler -Adagietto incluido. Suerte tengo, queda una de las baratitas en el segundo anfiteatro, me llevo la última me dice la taquillera. ¡"Usted sí que está buena y no esas dependientas!" -me pasa por mi cabeza- mientras me alejo observando mi entrada y escuchando por el móvil en el Turbo 3 de Radio 3 a ese descubrimiento del pop-rock hispano llamado  Izal 

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