El contagio de ébola descubre la España de pandereta

Soy periodista y reconozco que el caso del contagio del virus de ébola en Teresa Romero, la enfermera auxiliar de 44 años, es tan importante como para que se erija en noticia planetaria, como así ha sido. Primero por ser el primer caso mundial diagnosticado fuera de África. Y segundo por los gravísimos riesgos de contagio a la población al haber estado en contacto con muchas personas una vez infectada.

Pero también reconozco como periodista, el asqueante sensacionalismo de muchos medios estos días con la noticia. Tratarla en portada, bien, pero no desarrollarla en un bucle amarillista, ni poner el micro a charlatanes que sin tener ni puta idea de enfermedades víricas y menos del mortal virus, dictan cátedra desde los medios alarmando innecesariamente aún mas a la población. 

Los ciudadanos no necesitamos más alarma que la que ven nuestros ojos, que ya es mucha. Y estamos alarmados, ya no tanto ante el contagio puntual por una más que probable negligencia de la propia enfermera con el protocolo a seguir. Estamos alarmados por lo que ha venido después. 

Ya no tanto al conocer que el personal sanitario que debía atender a los misioneros infectados no fue suficientemente formado, con el agravante de dotarlos con unos trajes y equipos algo obsoletos. Ya no tanto al conocer que la decisión de repatriar a unos compatriotas se produce tras haber cerrado Sanidad con sus recortes, la planta del hospital Gómez Ulla, la única que había preparada en España para tratar estos casos. Ya no tanto por el descubrimiento de deficiencias en los procedimientos. Detalles que alarmar, alarman.

Pero nuestra indignación estalla al conocerse que se desoyeron todas las alertas y protocolos una vez la enfermera manifestó los primeros síntomas:  desde el centro hospitalario de Alcorcón, que devolvió a su  casa a la mujer cuando ésta se personó por primera vez manifestando algo de fiebre y malestar, hasta el paroxismo situacional del camillero que fue a recogerla al domicilio "armado" con una bata de papel, subido a una ambulancia que siguió prestando servicios doce horas más sin ser desinfectada.

La enfermera Teresa Romero y su marido en una foto de su perfil en facebook

 Un sistema sanitario ineficaz y chapucero, con protocolos excesivamente relajados, ha puesto en riesgo innecesariamente a la población española. Por ello creo que se deberán depurar responsabilidades una vez acabe todo esto. Empezando por la ministra de Sanidad, Ana Mato, siguiendo por directora de Salud Pública, Mercedes Vinuesa.

Porque la rueda de prensa que convocaron hace unos días para informar del contagio de la enfermera, pasará a los anales de la comunicación política como la peor comparecencia de un ministro. Inserto los 21 minutos de dicha rueda de prensa como testimonio para la posteridad. Vergüenza ajena sentimos los españoles en tener esta Ministra por su incompetencia manifiesta para ejercer un cargo de suma responsabilidad.

 

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