El proceso indenpendentista entra en fase de incredulidad

Donde dije digo, digo Dídac, chicos, que no hay consulta como os prometí pues el Estado no lo permite. Algo que ya sabía hasta el más remoto indígena de la Amazonia. De ahí la perplejidad del resto de fuerzas políticas implicadas, con una Iniciativa que ya se desmarca del todo al considerar que el President solo aspira a salvar su culo; una CUP que dice sentirse engañada  y una Esquerra que rompe el pacto y aboga por unas elecciones anticipadas pues sostiene no confiar ya en Artur.

Roto el consenso del bloque soberanista, constatado una vez más el fracaso de los políticos, tiene que ser la sociedad civil la que tome el relevo del impulso -sí es que no lo dejó alguna vez- La Assemblea Nacional de Catalunya  y Òmnium Cultural, impulsores estos tres últimos años, sacan pecho para continuar motivando a la ciudadanía favorable al proceso, exigiendo al Govern un plazo de 3 meses para convocar una nueva consulta, que en su opinión debería ser bajo la forma de unas autonómicas anticipadas de tipo plebiscitario.

Y en medio del berenjenal un detalle que no ha de pasar desapercebido. Muy pocas veces asistimos a la confesión de un político, siempre mediatizado con cargas y ataduras, y menos aún a una confesión emocionada. Estemos o no de acuerdo, solo por ello merece nuestra comprensión. Me refiero a la entrevista que Mònica Terribas le hizo al líder de ERC, Oriol Jonqueras, tras la ruptura del consenso del bloque, una vez Artur Mas decidió que la consulta del 9N, tal y como había sido debatida y planteada, no podría ser convocada, descafeinándola en una especie de gigaenquesta dominguera y proponiendo a Esquerra ir en una candidatura conjunta junto a las organizaciones sociales, propuesta rechazada.

Junqueras, emocionado, suplicó unas elecciones anticipadas que configure un Parlament con poder para poder proclamar la independencia. Más tarde afirmó que se había emocionado al venirle a la memoria el drama de unos desempleados sin subsidio que, días antes, le habían confiado su apoyo a la independencia como una salida a su drama.

 La emoción del líder de Esquerra es sin embargo  la viva imagen de la impotencia y del fracaso. El fracaso, una vez más, de unos políticos que tras empujar a las masas y encender la hoguera, van ahora y empiezan a ponerle "peros" al asunto.



Sigan atentos a sus pantallas, continuará...

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