De cuando las nuevas tecnologías nos hace más idiotas
Uno de los columnistas más seguidos en el periodismo digital es Steve McCoy, cronista económico y financiero en El Confidencial. Aunque no comulgue con una gran parte de sus trabajos, he de reconocer que el puñetero tiene una envidiable facilidad comunicativa.
Hoy os enlazo su última columna, que literalmente como se dice, la borda. Habla de la Generación P, bautizada así por la inicial de pantalla.
Casi sin darnos cuenta, nuestra dinámica vital ha cambiado radicalmente en los últimos años al haber implantado en nuestra cotidianidad innovaciones tecnológicas que han modificado totalmente nuestro comportamiento.
Una actitud que nos ha convertido, en lo que yo he definido en un acrónimo de invención propia, como pantapringaos. Pringaos de las nuevas tecnologías que nos han esclavizado en adicciones insalvables. Con ellas nos hemos deshumanizado, nos hemos vuelto menos sociales o hemos aprendido a extrañar las palabras calor humano, simbolizando relaciones y emociones en frías estadísticas de redes sociales.
Vaya, como dice McCoy, que nos hemos vuelto idiotas. Más aún.
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Hoy os enlazo su última columna, que literalmente como se dice, la borda. Habla de la Generación P, bautizada así por la inicial de pantalla.
Casi sin darnos cuenta, nuestra dinámica vital ha cambiado radicalmente en los últimos años al haber implantado en nuestra cotidianidad innovaciones tecnológicas que han modificado totalmente nuestro comportamiento.
Una actitud que nos ha convertido, en lo que yo he definido en un acrónimo de invención propia, como pantapringaos. Pringaos de las nuevas tecnologías que nos han esclavizado en adicciones insalvables. Con ellas nos hemos deshumanizado, nos hemos vuelto menos sociales o hemos aprendido a extrañar las palabras calor humano, simbolizando relaciones y emociones en frías estadísticas de redes sociales.
Vaya, como dice McCoy, que nos hemos vuelto idiotas. Más aún.
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