"Friday I`m in love... with Dry-Martini"

Como cantaba The Cure, el viernes estoy enamorado con el sábado esperando. Pasan las novias inestables, se desvanecen las conversaciones con amig@s desleales, desaparecen recuerdos perecederos, pero siempre está ahí  fiel mi Martini seco del friday, el mismo que esta noche comparto con mi sexy amiga, niñata donde las haya, aunque inversamente proporcional a sus curvas. Callado y ausente, en actitud muy nerudiana, sorbeteo mi frío cocktail al tiempo que la oigo desde lejos, sin que me toque su voz, la misma que lleva un cuarto de hora hablando de su experiencia religiosa anoche en el Palau Sant Jordi, comulgando teenager perdida con Enrique Iglesias.

Preparo el segundo cacharro y último, por prescripción facultativa. En cocktelera de acero inoxidable vierto 6 cubitos de hielo, después añado tres cuartos de London gin, suavemente, filtrándolo pausadamente a través del agua congelada.

A continuación remato con un cuarto de martini seco, agito con fuerza y sirvo en copa martini glass añadiendo mi último descubrimiento: una ristra de aceitunas verdes manzanilla rellenas con orégano, tomillo y comino, pinchadas en un palillo: la explosión de sabor en maridaje con la ginebra helada es sencillamente espectacular, dejándome un agradable rastro especiado en boca a cada trago frío.

No sé por qué pero me viene a la memoria el presidente de Extremadura, Monago, sí ese, el mismo que viajó por amor a Tenerife más de treinta veces con cargo al Senado. Seducido por una bella colombiana de 37 años, la misma mujer que después sedujo a otro senador del PP, éste de Teruel y  ahora dimitido, no por amor sino por la desfachatez de viajar tropocientasmil veces en business a las Canarias por la patilla a cargo de todos nosotros. La diferencia es que uno dimite y el otro, vehemente extremeño, continua tomándonos el pelo pensando que somos gilipollas.

Me siento también algo Monago en lo que respecta a sujeto seducido en esta noche de viernes, sorbeteando el delicioso brebaje ante la mirada acogedora de mi invitada. Y me viene a la memoria un viejo tema del Sabina, ese que canta. Una letra que hoy podríamos dedicar a los centenares de monaguillos que pululan por nuestra España, esos vampiros también llamados casta, los mismos que hace mucho tiempo borraron intencionadamente la linea divisoria entre lo público y lo privado.

La tarareo en mi cabeza mientras la chavala sigue hablando y hablando de su experiencia religiosa anoche con el hijo menos tonto de Don Julio.


Entradas populares de este blog

El día que el surf tocó el cielo en Teahupoo Tahití