Mano dura para los monstruos que torturan a nuestros animales

Siempre que he tenido oportunidad he manifestado mi indignación por el maltrato animal que se sigue infligiendo en este país y que nos sitúa como uno de los más bárbaros de la Unión Europea. Aunque el maltrato animal esté tipificado como un delito en nuestro Código Penal, las penas deberían endurecerse aún más, especialmente en casos como los que os relato a continuación. La maldad inherente en los genes de tipejos que disfrutan enfermizamente con el sufrimiento de un ser vivo no podrá ser lamentablemente erradicada, pero sí que deberíamos asustarlos con penas ejemplarizantes que los acojonen vivos.

Asustarlos casi tanto para que expresen un rictus similar a la cara de espanto y dolor de Inocente, un yorkshire de año y medio que apareció envuelto en llamas por las calles del pueblo extremeño de Cortijo. Unos hijosdeputa le rociaron con gasolina prendiéndole fuego después. El perrito corrió durante unos minutos angustiantes por las calles del pueblo hasta que unos vecinos consiguieron detenerlo apagando el fuego que le abrasaba. Inocente se ha quedado ciego, con graves quemaduras que afectan incluso a su hocico y encías. 
En la misma zona han aparecido otros 2 perros muertos tras ser quemados vivos, uno de ellos sobre una barbacoa. Podrían ser las mismas personas por lo que hay una investigación abierta por la Guardia Civil que esperemos de resultados.

Inocente, quemado vivo en la localidad extremeña de Cortijo

También desde Extremadura me llega este caso, el de un caballo muerto de hambre y sed tras ser abandonado por su dueño. Una denuncia llevó al Seprona a una finca en el Valle de Ambroz en la que se encontraron también con otros 15 equinos en un estado de desnutrición extrema. Cervantino,  así se llamaba el caballito muerto, endosó pingües beneficios al hijodeputa de su dueño pues fue utlizado en el rodaje de numerosas secuencias de series de televisión como Tierra de Lobos y Águila Roja. Un propietario sin embargo que no pestañeó  ni un minuto en abandonarlo, consciente de abocarlo a una dolorosa muerte de inanición, como ya había hecho con otros caballos anteriormente.

Una practica entre indeseables, lamentablemente algo común en los últimos años de crisis. Cuando las cuentas de explotación no son rentables o no pueden permitirse aquella cuadra de nuevos ricos que compraron en la época de la burbuja inmobiliaria, prefieren dejar morir en una dolorosa tortura a sus caballos que cederlos a un albergue o institución.

Cervantino, de ser prota en la serie Águila Roja a morir de hambre y sed por abandono

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