¡Terror en el hipermercado, los embutidos matan!

Mediodía en un conocido hipermercado de Barcelona. Hago cola en la isla de quesos y embutidos tras recoger mi número que por cierto es el 69. Detrás del mostrador atiende una dependienta ataviada con un gorro y unos guantes de látex preceptivos. Imagino que sus compañeras estarán comiendo por la hora o quizás es otro episodio de recortes laborales.Tengo 3 clientas por delante incluida la señora gitana madura a la que atienden. Me desespero al ver que tras la mortadela, el queso, el salchichón y la panceta, la mujer otea  las vitrinas de viandas para finalmente decidirse por otro producto pa la saca, eso sí, "finito paya me lo cortas finito". El hambre aprieta y 200 gramos de chorizo de Pamplona me miran cómplices tras el cristal. Calculo una espera de 15 minutos así que mato el tiempo de pie conectándome con el móvil a los diarios digitales y echar un vistazo a la pantalla con aroma a fiambres.

Y allí de pie observo que la noticia más leída hoy en los digitales más importantes no es otra que  las conclusiones de un estudio europeo sobre los efectos del consumo de embutidos y carnes procesadas. Y concluye dicho estudio que comer salchichas, beicon, chorizo y demás fiambres, nos acorta la vida. Vaya, que ingerir fiambres te puede dejar idem antes de tiempo. ¡Glups y yo aquí delante de estos venenos tan deliciosos! Me viene a la memoria aquel estribillo de terror en el hipermercado, horror en el ultramarinos de Alaska y los Pegamoides.

Y no es un estudio baladí, se ha hecho sobre casi medio millón de individuos en 10 países europeos, todo un macroestudio observacional. A parte de las carnes procesadas también le meten caña a las carnes rojas. Dice el informe que en España se consumen de media casi 300 gramos cuando lo máximo deberían ser 70 gramos y que por lo que respecta a embutidos, lo  tolerable son 20 gramos al día.

Abstraído en la lectura no escucho el timbre hasta que la voz nasal  de la dependienta me aplica un segundo aviso, "¿sesentaynueveee?...". Me toca  por fin. Levanto la vista hacía el cristal y con cara  de panoli  aterrado le contesto  tras titubear unos instantes"yo yo...esto...me pones veinte gramos de chorizo!"


Este lineal tiene  más peligro que Rambo en un restaurante vietnamita
                             

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