Rescatar las radiales de Madrid es una tomadura de pelo

Os explico un cuento para iros a dormir calentitos: había una vez un grupito de políticos junto a constructores afines. Un día, entre canapés y Moët Chandon en el palco del Bernabéu, decidieron implantar una red de autopistas de peaje en la Comunidad de Madrid. La pasta la prestaría en su mayor parte el brazo financiero del PP, es decir, Bankia, liderando un crédito sindicado. Si todo iba bien, beneficio. Pero ay, ¿y si todo iba mal? ¿y si el madrileño poco acostumbrado a pagar por circular prefería chuparse los atascos a comprarse una tarjetita del teletac o Vía-t? "No hay problema" exclamó un asesor con la boca llena de montadito 5jotas justo cuando Casillas hacía una palomita: "si eso sucede, la Comunidad ya tendrá su red de autopistas complementarias construida y la deuda al final se la endosamos a Papá Estado que es el que paga siempre nuestras juergas".

Bien encaminado iba el asesor pues socializar pérdidas y privatizar beneficios es una de las máximas de los Gobiernos neoliberales, los postulantes de un laissez-faire excepto, claro está, cuando ello afecta a las cuentas de resultados de los amigos donantes.


Una vez acabadas las cuatro autopistas radiales de Madrid, más la que une Barajas con la capital y la de Madrid-Toledo, el balance se manifiesta desolador sin ingresos que sostengan su viabilidad. Y lo mismo para otros engendros como la que une  Ocaña con La Roda, la de Cartagena-Vera o la Circunvalación de Alicante.

Así que Papá Estado, tras la presión ejercida por los acreedores bancarios como Bankia hace unas semanas, ha decidido intervenir con la propuesta de crear una empresa de capital público que aglutine las autopistas de peaje, incluida su deuda, off course. De concurso de acreedores a responsabilidad del Estado en menos que canta un gallo, o este caso de una gallina, verbigracia la Ministra de Fomento, Ana Pastor, tan generosa con los amiguetes constructores y financieros donantes a la causa, pero tan tacaña con los humildes a los que les suprimió hace meses ilegalmente las ayudas que tenían aprobadas en sus hipotecas de sus viviendas de Protección Oficial.

Las radiales de Madrid ya las quisiera Fernando Alonso para probar su monoplaza

La deuda de las 10 autopistas despilfarradoras asciende a 3.900 millones de euros. El Gobierno  propone comerse el marrón creando la nueva sociedad absorbente de las concesionarias a cambio de una quita de este pasivo -en torno al 50 por ciento- pues además de la deuda resultante tendrá que asumir también los 1.200 millones de euros pendientes de las expropiaciones de los terrenos en los que se construyó semejante megalomanía sin previsión ni planificación alguna. Así, de un plumazo, mediante un Real Decreto, el Estado pasará a ser el titular de casi una cuarta parte de las autopistas de pago que hay en España. El Gobierno del PP hará otro kit kat en su tradicional postura liberalizadora de la economía.

Muerta la rabia se acabó el problema. Algunos políticos comprometidos, las constructoras y los bancos implicados, a pesar de la quita, respiraran más tranquilos, perderán las ganas en construir más autopistas de peaje eso sí, aunque el deseo insertado en su ADN de seguir trapicheando al calor del palco del Bernabéu y de las Administraciones políticas amigas continuará tan intenso como el sprint de CR7 cuando huele a gol.

Mientras, los tontosdelculo catalanes, como el que escribe, seguiremos pagando por quemar gasolina como sucede en Barcelona, la única ciudad del planeta en la que has de pagar tanto si sales por el norte, el sur o el oeste. Si sales por el este no pagas ya que te vas directamente al fondo del Mediterráneo. Con ejemplos sangrantes como esos peajes en la Autopista de Mataró, la primera autopista de peaje en España, amortizada hace décadas, pero que continua como ejemplo diario de discriminación.

El ejemplo más bestia de todo este despropósito es el de la autopista madrileña MP-203, llamada también la autopista a ninguna parte. Tras 6 años de construcción y una inversión de 70 millones, los problemas de conexión con la radial R-3 y la dificultad para salvar las vías del AVE, motivaron su abandono el año pasado. Con casi tres cuartas partes construidas, el asfalto da paso al secarral de arena en una de las dolorosas imágenes del despilfarro privado que ahora el Gobierno ha decidido asumir con dinero de todos.


La autopista MP-203, la carretera a ninguna parte

Entradas populares de este blog

El día que el surf tocó el cielo en Teahupoo Tahití