Se retira Carles "Puchi" Puyol, sangre, sudor y Copas

Se marchó uno de los tipos más honestos que ha dado el fútbol español en los últimos años. Pocos jugadores pueden presumir de su historial, es sencillamente acojonante: 1 Mundial, 1 Eurocopa, 6 Ligas, 3 Champions, 2 Copas del Rey, 2 Supercopas de Europa, 2 Mundiales de Clubs, 6 Supercopas de España.

 Su mejor arma en el campo fue su pundonor y su fuerza física sumados a una aguda inteligencia que le permitía dirigir la mejor defensa del mundo o aprovechar subidas para marcar goles estratégicos. Se lanzaba a la arena verde con el arrojo del gladiador que huele a sangre. Hasta que el cuerpo aguante. Se ha roto la nariz, los pómulos, costillas, lumbalgías. Pero volvía con más ganas superado el trance. Hasta que las lesiones empezaron a afectar al corazón de un futbolista que no es otra cosa que sus rodillas. Primero la izquierda y después la derecha. Y el cuerpo le dijo basta la pasada temporada. Literalmente Puyol se quedó cojo. Su lucha, como dijo ayer en su despedida, es ahora por volver a ser una persona corriente que corre, camina o baila sin dificultad.



Recuerdo una vez que me lo crucé cerca del Paseo de la Bonanova, zona por la que reside. Iba acompañado por la muñequita Malena Costa, un rollete pasajero. Le saludé y me devolvió el saludo. Me pareció más bajito pero en cambio en persona seguía teniendo esa mirada limpia y honesta de chico rural del Pallars que tantas veces he visto por la tele. La misma que me relató Judith, una de sus canguros de infancia, cuando era un niño brutote y movido allí por La Pobla, con costras en las rodillas y moratones en los muslos.

Puyol acaba como futbolista pero no como hombre del fútbol. Ayer dijo que su deseo es seguir vinculado a Can Barça, precisando que no como técnico. Un ayudante de Luis Enrique que haga de enlace con el equipo sería fantástico, ojalá tome nota la directiva. Se ha de aprovechar su bagaje y personalidad en el vestuario, más en los tiempos que corren de cambio de ciclo.

Le preguntaron por el momento más feliz en estos casi 20 años como futbolista en el FC Barcelona. Y Carles no dudó ni un segundo: con voz algo emocionada dijo que fue el día en el que cedió el protagonismo reservado al capi, en la ceremonia de entrega de la orejona, a Abidal tras superar éste un cáncer de hígado. Era la final de la Champions de 2011, la cuarta que conseguía el Barça en su historia, la tercera de Puyol, la que consegraba al Barça de Guardiola como el mejor equipo de fútbol de la historia.

Puyol cede el brazalete a Abidal para que recoja la Champions 2011, acto seguido desaparece, lo vemos saludar a Rosell

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