El suicidio de Amaia debería avergonzar al Gobierno

Amaia Egaña, mujer de 53 años de Barakaldo, se ha convertido hoy en el emblema de una de las mayores injusticias que jamás ha existido en España: la de los desahucios de viviendas al amparo de la burbuja inmobiliaria y los engaños bancarios, que se han traducido en cerca de 400 mil ejecuciones presentadas en el último lustro.
 Amaia no soportado la presión y momentos antes de que una comisión judicial se personase en su domicilio para desahuciarla, se ha suicidado lanzándose al vacío desde su ventana.

Amaia era conocida en su barrio pues su marido había sido concejal socialista en el Ayuntamiento. Nunca solicitó ayuda a las diferentes plataformas que trabajan para detener los desahucios y sus vecinos desconocían la situación económica familiar que les impidió abonar las cuotas hipotecarias.

El suicidio de Amaia junto a las voces cada vez más numerosas de la judicatura en los últimos días denunciando abusos e irregularidades,   ha motivado que ahora sí, Gobierno y oposición hayan puesto negro sobre blanco y este mismo lunes se reúnan para perfilar un decreto ley tramitado por la  vía de urgencia que evite más desahucios.

La idea sería la de crear una moratoria de desahucio, un stop al desahucio, sobre todo en personas sin recursos o con cargas familiares. Además esta ley dotaría de unos procedimientos de insolvencia, similar al que se aplica ya en las empresas en crisis. Dicho procedimiento establecería  plazos, prorrogas, quita y esperas de cobro de deuda. 

He hecho falta una tragedia para que el Gobierno se ponga las pilas en el tema. Eso es lo que anuncian. Pero me temo que una vez pasado el vendabal aquí paz y lo demás gloria. Tocar a las castas financieras con una ley de desahucios que les perjudique me temo que no entra en los planes de este gobierno neoliberal.

Amaia junto a su marido
                                                       
Paradojas de la vida: La Caixa había puesto hoy en venta el piso de Amaia dando por sentado la ejecución del desahucio. Lo vemos en la captura de imagen de la web de Servihabitat que adjunto abajo.


  Y mientras, a los pies de ese mismo moderno edificio cuyo piso los buitres carroñeros vendían ya al mejor postor en internet, reposaba el cuerpo sin vida de su propietaria.

El inmueble donde vivía Amaia y en el que se suicidó
                           
                                 

Entradas populares de este blog

El día que el surf tocó el cielo en Teahupoo Tahití