Todos contra la malnutrición infantil en España

Jueves mediodía, paso por delante de un colegio público en un barrio popular en las afueras de Barcelona. Observo a los chavales jugar en el patio momentos antes de entrar a comedor. Me fijo en sus caritas e imagino cuántos de ellos tendrán sólo esa comida decente en todo el día. Acabo de leer que en Barcelona ciudad el Consistorio ha detectado a casi 3 mil niños y niñas con síntomas de malnutrición. En hogares en los que la pobreza ha entrado sin llamar muchos pequeños ni cenan y menos desayunan. A lo más un triste bocata de chopped barato sin fundamento. Por eso esa comida de mediodía en el cole se convierte en el único sustento.

Y que conste que hablo desde la todopoderosa Catalunya en pleno siglo XXI. No quiero ni imaginar que sucederá en otras partes de España.

 El año pasado UNICEF cifró en casi un 20% la tasa de pobreza infantil en Catalunya. Pero una cosa es ser pobre y otra no comer. Aplaudo la rapidez del Ayuntamiento de la ciudad condal que tras múltiples quejas del profesorado por el estado en el que llegaban algunos alumnos, detectó y cuantificó el problema. Ha destinado un cuarto de millón de euros para pagar becas comedor y cubrir deficiencias alimentarias en familias afectadas.

Porque no podemos permitir que un niño pase hambre, esa es la línea roja. Por eso invoco a Corporaciones locales y autonómicas de toda España a que sigan el ejemplo de Barcelona. O que sigan el ejemplo de la Junta de Andalucía que se hace cargo de 3 comidas gratuitas para niños en dificultades. Muevan los hilos de sus servicios sociales y detecten cualquier caso de malnutrición infantil, que seguro existe. Y que se destine un presupuesto de inmediato.

Porque una cosa es el ya evidente fracaso social que esta situación significa, pero otra mucho más grave sería acostumbrarse a ella.

Ni un sólo niño debe pasar hambre en España 
                                

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