¿Desprecia Pérez de los Cobos a los catalanes?

Creo que ya muy poca gente en este país no duda que Francisco Pérez de los Cobos sea la persona idónea para ocupar la presidencia del Tribunal Constitucional. Y no solo por haber militado en el PP hasta hace bien poco, sino especialmente por su trayectoria vital con un posicionamiento público contundente en temas fundamentales como la reforma laboral o la concepción territorial del Estado. Razones que lo convierten en un jurista parcial como expuse hace unas semanas en el post http://www.traigamelacuenta.com/2013/07/perez-de-los-cobos-el-menos-imparcial.html

Hoy el diario El País ha incrementado la imagen de  parcialidad que percibimos del Presidente del Constitucional al recuperar el texto de una conferencia que Pérez de los Cobos realizó el día de la Constitución del año 2005 en su ciudad natal de Yecla.

 Invitado en aquella ocasión por el alcalde del PP, Juan Miguel Bendito, Pérez de los Cobos pronunció un discurso si morderse la lengua, del que os inserto abajo la parte más polémica. Dicho discurso se ha podido recuperar gracias al entonces portavoz socialista en el Consistorio, Domigo Carpena, que asistió como invitado aunque  fue uno de los poquísimos que no aplaudió al conferenciante según ha justificado por "integrista".

No quiero opinar sobre lo que expuso el entonces catedrático de Derecho del Trabajo en dicha conferencia, pues su opinión es muy respetable, pero sí  me gustaría saber si creéis que un hombre que afirma esto sobre Catalunya, su Estatut y los catalanes, puede ejercer ocho años después su voto de calidad y su influencia en los recursos presentados por la Generalitat y por el Parlament de Catalunya.  No solo hay razones de peso para impugnarlo sino que en mi opinión su elección ha sido el golpe bajo más dañino que un Gobierno democrático le ha podido hacer a la independencia de la Justicia.

El día de la conferencia en Yecla
                                                        

Extracto conferencia de Pérez de los Cobos, Yecla, 6/12/2005:

(...)Desde la perspectiva constitucional, más grave es, con todo, el asunto de la 
concepción del Estado. El texto de reforma del Estatut de Autonomía catalán 
cuya tramitación se ha aceptado en las Cortes, representa un verdadero 
órdago para la estabilidad constitucional y no conozco ningún jurista digno de 
tal nombre que se atreva a afirmar lo contrario. El texto modifica la co 
concepción constitucional del Estado, altera sustancialmente la distribución  
de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas, despojando  
al Estado de las suyas en Cataluña, y atenta, con el modelo de financiación que 
previene, contra la solidaridad interterritorial, partiendo del presupuesto falaz 
de quien paga los impuestos son los territorios y no los ciudadanos. Para el 
Estatut, yo soy catalán porque todavía tengo mi domicilio fiscal en Cataluña 
y, como catalán, quiero ser más solidario con los ciudadanos de Barcelona que 
con los de Yecla, que es mi pueblo. Sea como fuere, si el texto se aprueba  
sin reformas sustanciales con la mera mayoría requerida para la ley orgánica, se 
habrá consumado además una mutación constitucional, soslayando el 
procedimiento que la propia Constitución contempla para la modificación de 
su Título VIII, lo que es –no puedo ocultarlo- muy grave. 

Pero el Estatut y su excesos no es, a mi juicio, el principal problema sino una 
manifestación del mismo. El verdadero problema, y creo saber de lo que hablo, 
es que, como consecuencia de errores del pasado, varias generaciones de 
catalanes han sido ya educadas en el desprecio, expreso o tácito, hacia la 
cultura española, y el Estatut es la primera manifestación política de ese 
desprecio. Sólo, a mi juicio, un gran pacto de Estado entre los grandes partidos 
en torno al modelo de Estado y a la educación que se imparte en el conjunto 
del mismo podría evitar males mayores. Lo que entre todos hemos conseguido en estos veintisiete años es mucho, pero, no nos engañemos, también es 
vulnerable y frágil, y hay que exigirle a nuestra clase política que sepa estar 
a la altura de las circunstancias, lo que no siempre hace. (...) 

Divertido fotomontaje que envía un bloguero

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