Liam Gallagher expulsado, Mou aclamado
Soy un fan reconocido de Oasis y no he podido sustraerme en insertar el vídeo que me envía una lectora seguidora del Real Madrid, en el que vemos a Liam Gallagher celebrar los goles de su equipo, el Manchester City, en el partido de Champions ayer en el Bernabéu
El cantante de la desaparecida banda de Manchester, hoy líder de los Beady Eye, fue expulsado posteriormente del estadio por fuerzas de seguridad. En el vídeo le vemos correr por las escaleras de la grada abrazándose a todo el mundo, intercambiando camisetas y dando la nota en presumible estado de embriaguez, muy a su estilo. Pero de ahí a expulsarlo hay un trecho.
Gallagher dando la nota ayer en el Bernabéu
Si nos ponemos tan finos, los guripas deberían de haber expulsado también al perturbado Mou, que una vez más, demostró al celebrar el gol que dio la victoria al Real Madrid, no ser merecedor de dirigir a un equipo con la historia del club merengue.
Pero como he dicho en otras entradas, el verdadero culpable es don Florentino Pérez, el hombre que permite que un perturbado se siente cada semana en el banquillo de Chamartín.
El señorío del club blanco, ganado en decenas de años, se escapa en un goteo interminable gracias a los portugueses, ese grupito que algunos títulos dan, pero ¿merece la pena el precio a pagar?
El cantante de la desaparecida banda de Manchester, hoy líder de los Beady Eye, fue expulsado posteriormente del estadio por fuerzas de seguridad. En el vídeo le vemos correr por las escaleras de la grada abrazándose a todo el mundo, intercambiando camisetas y dando la nota en presumible estado de embriaguez, muy a su estilo. Pero de ahí a expulsarlo hay un trecho.
Si nos ponemos tan finos, los guripas deberían de haber expulsado también al perturbado Mou, que una vez más, demostró al celebrar el gol que dio la victoria al Real Madrid, no ser merecedor de dirigir a un equipo con la historia del club merengue.
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| A este no lo expulsaron por esto |
Pero como he dicho en otras entradas, el verdadero culpable es don Florentino Pérez, el hombre que permite que un perturbado se siente cada semana en el banquillo de Chamartín.
El señorío del club blanco, ganado en decenas de años, se escapa en un goteo interminable gracias a los portugueses, ese grupito que algunos títulos dan, pero ¿merece la pena el precio a pagar?
