Una de autobuseros en la ciudad prostituida

Tarde de julio húmeda y asfixiante, caen cuatro gotas que refrescan algo pero sin despejar esa horrible sensación de atravesar un manglar de asfalto. Barcelona, mi ciudad prostituida, bulle de guiris arriba y abajo. A poco de conmemorar los trescientos años de aquel 1714 en el que Felipe V nos puso mirando pa Cuenca, si en un ejemplo de ficción los barceloneses del siglo XVIII volvieran a pisar la calles de Ciutat Vella, estoy seguro que regresarían zumbando a la tumba más rápidos que Vettel en un pit-stop.

 El casco antiguo es un parque temático para el guiri y para los bolsillos de inversores extranjeros con la connivencia de las autoridades municipales desde los tiempos de Maragall o Clos y ahora reforzada por ese alcalde de CiU llamado Xavier Trias y que pasa por el triste récord de ser el alcalde trotamundos mejor pagado de España.

 Hace unos días pactó con el PP un nuevo plan de usos para el Distrito de Ciutat Vella que abre la veda para más hoteles, terrazas y restaurantes. Eramos pocos y parió el Trias. Y mientras a los sufridos ciudadanos nos obligan a pagar la contribución al objeto entre otras, de tener la ciudad limpita y segura para los vikingos del norte. Y si estás en el paro y sin subsidio te jodes amigo, que aquí pasa todo el mundo por la caja.

Entre café con hielo y un delicioso purito suizo con aroma a vainilla de sobremesa, leo el digital de La Vanguardia, sección Barcelona. Y me espanto. Resulta que los autobuseros vuelven a la carga con nuevas huelgas. Y todo porque la dirección de TMB despidió a un conductor por apalizar a un pasajero en plena ruta. En el atestado policial los testimonios afirmaron que fue el conductor -llamémosle Rocky Balboa- el que inició el altercado. Nada chico, nimiedades en el ejercicio del trabajo. Y resulta que dicho conductor ya fue sancionado años antes por agredir a un compañero de fatigas. Y por estas tonterías va y lo despiden. Y sus compis de los sindicatos verticales vuelven a montarla gorda para chantajear de nuevo a la dirección exigiendo su readmisión. Y como TMB es una empresa pública, a estos tipos no hay quien les pare los pies, llevan décadas así. 

Total, en el cargo el jefe estará hasta que cambien los aires políticos mientras que nosotros seguiremos hasta jubilarnos.

                                               ¡ I tant que no és preocupen, i tant!

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