Welcome to Barcelona: paraíso de las mafias al amparo del guiri

Barcelona, decía un amigo y con mucha razón,  es una ciudad prostituida.

Después de los Juegos Olímpicos del 92 se convirtió en una de las ciudades europeas con más atractivo y empezaron a venir turistas y más turistas. Hoteles a mansalva, miles de pisos turísticos legales e ilegales, comercios de shopping, restaurantes, baretos para alcoholizar turistas de borrachera, privatización de facto en algunos tramos de las playas con proliferación de chiringuitos XXL cada 80 metros con centenares de tumbonas. Eso sin contar la transformación del casco histórico en un parque temático ejemplificado en esa anécdota real de guiris que preguntan la hora de cierre del barrio Gótico, a un residente amigo con el que se toparon cerca del Call.

La borrachera de éxito significó una expansión en el número de locales y hoteles que incrementaron las visitas foráneas para conllevar a su vez más expansión descontrolada. Una cadena que se ha convertido, con el paso de los años, en un circulo vicioso, empobreciendo la calidad de vida del ciudadano. El ejemplo de La Rambla, secuestrada por la fauna guiri acompañada de los inmigrantes ilegales trapicheando alrededor, es lo más llamativo, aunque hay centenares de casos.

Más sangrante son los casos de esos miles de barceloneses obligados a cerrar sus negocios por el incremento desorbitado en el arrendamiento de sus locales, efecto de la presión turística, al tiempo de ver a las mafias foráneas bienvenidas ocupar su antaño lugar de trabajo.

La ciudad está invadida por los turistas, es un hecho, y el beneficio económico -el 10% del PIB según datos del Ajuntament-  habría que ver si repercute en los sufridos ciudadanos o más bien en la cuenta corriente de cadenas hoteleras, tiendas y restaurantes, muchas en manos de capitales extranjeros no del todo claros, como la mafia rusa en los comercios de la Rambla, o la mafia de Oriente en el Port Olímpic, o la paquistaní y china invadiendo toda la ciudad, o la italiana, por citar algunos ejemplos que conocemos todos.

Barcelona es una ciudad prostituida bajo un modelo descontrolado que se está cargando lo más importante: sus ciudadanos. Son muchas las voces que reclaman ya un modelo equilibrado, como la de Itziar González, ex regidora del distrito de Ciutat Vella en tiempos del PSC Enlace post Itziar González

A la invasión se unió otro problema más evidente que con el anterior gobierno tripartito en el consistorio alcanzó límites insostenibles. El de los inmigrantes ilegales que han encontrado en Barcelona un paraíso para vivir de puta madre vendiendo latas de cerveza, bolsos falsificados, droga a pequeña escala, prostituyéndose o directamente robando. La permisividad del anterior gobierno local, la ineficacia del actual, sumado a una Justicia permisiva de pandereta, ha sido el trampolín para la venida de miles y miles de inmigrantes ilegales al objeto de integrarse en las mafias que explotan estas actividades delictivas. 
Sin ir más lejos, ayer mismo un chico paquistaní, o hindú, me ofreció cerveza y cocaína en la plaza Universidad. Al advertirle que tuviese cuidado pues podría ser un policía de paisano, no tuvo otra reacción que partirse la caja delante de mis narices. Así de impunes se comportan en la ciudad prostituida.

Ahora, en plena crisis, los comerciantes han vuelto a poner el grito en el cielo. La diferencia con las quejas del pasado es el momento actual de desaceleración, con un Ajuntament que ha perdido gran parte de sus ingresos fiscales por el descenso de la actividad y el que CiU se nutre electoralmente del botiguer.
Por ello esta semana se han decomisado 176 mil bebidas en una operación en diferentes almacenes ilegales de Barcelona regentados en su mayoría por pakis.
O se han intensificado los controles a los manteros de origen subsahariano que venden dolcesgabbanas falsificados a 40 € y que en las buenas épocas invaden por el morro aceras muy céntricas.
O se persigue el consumo de alcohol en la vía pública. O se persigue más la prostitución en la calle y se empiezan a desmantelar algún que otro club de cannabis en Ciutat vella que actuaba como tapadera en el menudeo de la droga.

                               Latero sacando birras ayer debajo de una alcantarilla en Barcelona
                                   
Desde este blog propongo que, si finalmente estas medidas son solo un maquillaje y la venta ilegal de productos en la calle sigue facturando como antes,  todos los barceloneses en el paro y que pasan por dificultades para salir adelante, que hagan lo mismo: que se vayan a vender al guiri lo que sea. Eso sí, para evitar embargos molestos de sanciones inoportunas, aconsejo que  no tengan nada a su nombre, ni tan siquiera cuenta bancaria.
Aprendamos de estas mafias que se enriquecen con el comercio  y el trapicheo ilegal en la ciudad prostituida.

Hoy existen miles de inmigrantes ilegales que se están beneficiando de una actividad económica ilícita  sin aportar nada de esta actividad a las arcas públicas. Inmigrantes que en cambio se  aprovechan de las posibilidades del Estado de Bienestar cuando pueden hacer uso del sistema.
¡Qué mejor pues que un ciudadano barcelonés  en paro, que no encuentra salida, -pero al que le meten cada año más de 700€ en IBI municipal so pena de embargo-  pueda vivir como esos miles que se ganan la vida al margen de la ley en nuestra Barcelona cosmopolita!

Pues eso amigos, tomemos las calles de Barcelona y a vender al turismo que nos invade.

Ya que somos cornudos, al menos no seamos apaleados.

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