Mata a sus hijas por no seguir el Código Islámico

Un matrimonio afgano ha asesinado a sus tres hijas en Canadá por no seguir el Código Islámico. Las chicas de 19, 17 y 13 años fueron encontradas dentro de un coche en el fondo de un lago.

El padre, que emigró en el 92 a Canadá, justificó tal aberración porque su honor había sido dañado. Unas chicas que parece ser habían sufrido en estos años duros castigos por parte del padre y un hermano cómplice, por el delito de querer ser un poquito iguales a las demás chicas de su edad.

Una noticia que ha consternado al país norteamericano y ha encendido un duro debate sobre el respeto de las minorías y sus costumbres.

También hoy hemos sabido que en Afganistán un hombre mató a su mujer por darle tres niñas y no un hijo varón, un ejemplo del islamismo tribal llevado a su extremo más sanguinario.
                                                                            
Aquí en España respeto sí, pero si chocan con nuestra Constitución en primer termino y con el resto del ordenamiento jurídico en segundo, del respeto hemos de pasar a la prohibición. Porque en España nuestra religión preeminente es nuestra Constitución mal que le pese a muchos imanes islamistas que no islámicos.

Y quiero relacionar esta noticia con la perplejidad que me provoca la celebración generalizada que desde muchos países occidentales se hace del triunfo de la denominada primavera árabe. Perplejo porque en la mayoría de estos países el régimen dictatorial totalmente reprobable ha sido substituido democráticamente por uno islámico. Que un Parlamento esté dominado por una fuerza política que en sus estatutos fundacionales antepone la defensa del islam por encima si cabe, del bienestar de su pueblo, no es un partido con garantías para gobernar. Ni en los países del Magreb ni en Europa ni en el Mundo. Y seguro que dentro de unos años muchos lamentarán que la transición se haya hecho de esa manera. Un conocido tunecino me comentaba hace unos días que lo importante era sacar al dictador y lo que viniese un mal menor, apostillando que "también tienen derecho a equivocarse". Por supuesto que tienen derecho a equivocarse, pero que sepan que el proselitismo de las fuerzas politicas islámicas vencedoras se debería hacer desde la mezquita y no desde un Parlamento y menos desde un Gobierno por el bien de una eficacia. Tiempo al tiempo.

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